Lago de Enol
Lago de Enol
El Lago Enol es un lago de origen glaciar que se encuentra situado dentro del Parque Nacional de Los Picos de Europa, en su parte correspondiente al Principado de Asturias, concretamente en el Macizo Oriental. Su posición coincide con el límite más oriental de la cuenca hidrográfica del Río Sella, dentro del Concejo de Cangas de Onís.
Se encuentra localizado en las coordenadas 4° 59’29’’ longitud oeste y 43°16’20’’ latitud norte (WGS84), que se corresponde con 338.380 - 4.792.968 del sistema de referencia Universal Transversal Mercator (U.T.M.) Datum ETRS 89, zona 30. Ocupa una superficie de 13,7 hectáreas, aunque la masa de agua puede variar dependiendo de la estación del año y del aporte hídrico.
Junto con el vecino Lago la Ercina, forma un conjunto conocido como Los Lagos de Covadonga, o simplemente, Los Lagos.
Recibe su nombre de la Cueva y Santuario de Covadonga, donde se encuentra su acceso por una empinada y revirada carretera, que asciende desde los 250 metros sobre el nivel del mar hasta los 1.072 que alcanza la orilla del lago.
Es en Covadonga donde la tradición indica que en el año 722 d.C., Pelayo hizo frente a las tropas musulmanas, a las que hizo retroceder, sirviendo de germen de la Reconquista de la Península Ibérica, tarea que llevó setecientos setenta años más.
Los Picos de Europa están formados básicamente por grandes masas calizas, plegadas por los esfuerzos de la orogenia hercínica, muy antigua, y reactivada más recientemente por la alpina, que la fractura, al ser más ancianas y duras las rocas. Como consecuencia de estos movimientos, se produce una nueva elevación del conjunto.
Durante las épocas más frías de la historia geológica reciente, los hielos glaciares ocuparon gran parte del macizo oriental, también conocido como del Cornión, llegando a ocupar más de 80 Km2 con un espesor máximo de 300 metros en las partes más altas. Gran parte de esta masa era el conocido como “Casquete Glaciar de Enol”, que conformaba el 60% de la superficie total. Las huellas de esta intensa actividad geomorfológica, sin embargo, son escasas, ya que la misma naturaleza calcárea del sustrato ha sufrido un posterior desmantelamiento por la disolución kárstica de los materiales carbonatados.
Los rasgos remanente en la actualidad son: aristas afiladas, talladas por el hielo, picos aislados (también conocidos como nunatak) como el Pico Urriellu (Naranjo de Bulnes), cubetas de sobreexcavación (aquí conocidos como jous) y, no con la abundancia que cabe esperar, depósitos morrénicos, arrancados y arrastrados por el avance y retroceso de las lenguas glaciares.
Estos materiales movilizados, cantos de caliza angulosos, imbuidos en una matriz más fina de arcillas, producto de su disolución, son más impermeables, por lo que unido a las pizarras que sirven de fondo del valle, van formando barreras que limitan pequeñas cubetas, donde se acumula el agua drenada. Este proceso conlleva la formación del conjunto de los lagos de Covadonga.
El lago Enol en si mismo, tiene una forma redondeada, encerrado en un perímetro de 1.650 metros de la cubeta de sobreexcavación. Por el norte queda limitado por un pronunciado cantil que culmina en el Cerro Sojormín, que alcanza los 1.189 metros de altitud, mientras que la parte sur la pared es aún más vertical, para alcanzar los 1.284 metros del Pico Mosquital. Son imponentes masas de caliza de montaña de la formación de Picos de Europa que limitan el pasillo por el circulaba la lengua glaciar, movida por la gravedad, limando a su paso materiales de las paredes y el fondo, dando la forma en “U” característica de este tipo de valles glaciares.
Es el que se encuentra a menor altitud, y el más profundo del conjunto, con un calado máximo que puede llegar a los 25 metros de profundidad.
Las duras condiciones climáticas que propicia la altitud, propician una vegetación rala y escasa. Este paisaje es potenciado por la actividad humana, que dada la inaccesibilidad se reducía tradicionalmente al pastoreo de verano, con rebaños caprinos y ovinos principalmente, que aprovechaban los escasos pastos de pradera alpina. Posteriormente, los aprovechamientos mineros comenzaron a ser los principales agentes modificadores, que han sido sustituidos finalmente por las actividades turísticas, siendo este entorno uno de los principales reclamos de la montaña, lo que han obligado a restricciones al acceso de vehículos de motor, al menos en las épocas estivales de mayor presión. Sin embargo este cambio ha conllevado la práctica desaparición del pastoreo de ganado menor, o como se dice en la zona, de “reciella”.
Todo este espacio se encuentra protegido por una de las figuras de mayor rango de las que rigen en España, la de Parque Nacional, siendo éste el primero de los declarados en este país, y uno de los primeros de Europa.
Sus antecedentes se remontan al Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, promocionado por Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, muy interesado por la naturaleza, siguiendo la estela de los parques nacionales de los Estados Unidos de América. Su declaración se produjo el 22 de julio de 1918, siendo rey Alfonso XIII, con el objetivo de conservar las características geográficas que le dan forma.
Se amplió a todo el macizo en 1995, llegando a los límites actuales con una nueva ampliación en el año 2015, con 67.455 hectáreas, repartidas entre las provincias de Asturias, León y Cantabria.
Este medio físico tan duro tiene su traducción en uno de los productos más típicos de la zona, el queso Gamonéu, concretamente el Gamonéu del Puerto. Este queso cuenta con una Denominación de Origen Protegida (DOP Gamonéu), que obliga a que sean elaborados con leche de ganado que pasta en las majadas de Onís y Cangas de Onís, como las que albergan a estos lagos. Es un queso azul elaborado con de leche de vaca, oveja y cabra. Al menos el 10% de la leche debe de proceder de ganado ovino y/o caprino. Es muy similar al más conocido queso de Cabrales, pero se diferencia de este por un proceso de ahumado, que crea una corteza que dificulta el avance del hongo penicilium, responsable de los tonos azulados. Por eso, al contrario que el queso cabraliego, las vetas penetran mucho menos hacia el interior, dando una textura más consistente. La elaboración de este producto se limita la primavera y el verano, ya que en invierno las condiciones climáticas lo impiden.